03/08/2015 El Cronista Comercial – Nota – Opinión – Pag. 14
¡Terminemos con las boletas!
Pablo G.
Tonelli Diputado de la Nación (PRO)
En las elecciones nacionales ya sea que se trate de primarias o de generales los ciudadanos expresan su voto, su preferencia electoral, mediante la selección de una boleta impresa que colocan en un sobre (para garantizar el secreto del sufragio).
Esta selección se realiza dentro del llamado ‘cuarto oscuro’, en soledad y en absoluta libertad. Luego y una vez fuera del cuarto oscuro, los electores finalmente depositan el sobre en la urna, a la vista de las autoridades de mesa.
En todos y cada uno de los cuartos oscuros debe haber boletas de todas las agrupaciones y candidatos que compiten en la elección, a fin de que todos tengan la oportunidad de recibir el favor y la selección del elector. Para que así ocurra, la justicia electoral, encargada de la organización, control y escrutinio de las elecciones, distribuye junto con cada urna un número importante de todas las boletas que deben estar a disposición de los electores.
Para la próxima elección del 9 de agosto, el juez electoral subrogante de La Plata (irregularmente designado, dicho sea de paso) ha ordenado que, en la provincia de Buenos Aires, con cada urna se distribuyan solo 25 boletas de cada agrupación participante de la elección. Si se tiene presente que en cada mesa votan alrededor de 330 personas, el número luce notoria y exageradamente exiguo.
Afortunadamente, la Cámara Nacional Electoral rápidamente revocó esa insólita decisión y dispuso que las urnas vayan acompañadas de 350 ejemplares de cada boleta. De todas maneras, es bueno analizar lo que la originaria resolución del juez significaba.
Si las boletas de alguna agrupación se agotan o son robadas (anomalía mucho más frecuente de lo que el lector puede suponer), la responsabilidad de reponerlas no es de la justicia electoral ni del presidente de mesa, sino de las mismas agrupaciones políticas. Son los fiscales partidarios quienes deben velar por la existencia de boletas de su agrupación. La justicia electoral, en la versión del juez de primera instancia, se desentiende absolutamente de la adecuada y permanente existencia de boletas, que es lo mismo que decir que al Estado no le importa ni le preocupa que los ciudadanos puedan votar libremente.
Si un elector no encuentra en el cuarto oscuro la boleta de su preferencia solo podrá votar en blanco o por otra agrupación.
La decisión del juez electoral de Buenos Aires implicaría, en la práctica, que muchas agrupaciones políticas pierdan un elevadísimo número de votos por la injustificable razón de que su boleta no está disponible. El beneficiario de esta absurda retirada del Estado, de este renunciamiento juez electoral a cumplir la ley, será el Frente para la Victoria, que además de haber designado irregularmente al juez en cuestión, dispone de los medios materiales (léase dinero público) para contar con una inmensa red de fiscales y para imprimir boletas en número suficiente como para empapelar el país.
Hay una solución, para evitar esta corruptela y devolver transparencia a la elección, que es usar la boleta única o la boleta electrónica, como ya sucede en algunas jurisdicciones. El problema es que el partido gobernante se niega a poner en práctica cualquiera de estas sencillas alternativas, porque ostensiblemente fomenta la opacidad electoral, de la que se beneficia. Por lo tanto, es conveniente, estimado elector, que concurra a votar provisto de la boleta de su preferencia, a fin de asegurarse el libre ejercicio de su derecho a votar.
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